sábado, 25 de julio de 2009

“Mentiras que matan”, la ficción hecha realidad

¿Hasta qué punto puede funcionar la manipulación de la información? Esta parece ser la pregunta que subyace a la película Mentiras que matan, dirigida por Barry Levinson. En ella, Conrad Brean, un asesor del Presidente estadounidense irá, junto a Winifred Ames, en busca de un productor de Hollywood, Stanley Motss, para cumplir con un único objetivo: distraer la atención pública de la acusación de abuso sexual que recibe el primer mandatario a once días de las elecciones. En el camino, no faltarán ciertas trabas que obligarán a los tres personajes a modificar algunas particularidades de la idea original de una guerra ficticia contra Albania.

Con Dunstin Hoffman en el papel de un productor que sabe salir de los problemas que se les presentan de una manera sorprendente y, por momentos, fantástica, transformando lo dramático del tema en humor; y un Robert De Niro que le aporta una dosis de misterio –y con ello, credibilidad a la historia- a través de su trabajo para el Presidente, la película guionada por Hilary Henkin y David Mamet parece sugerir una idea: la de la ausencia de límites éticos en los personajes, ya que cualquier medio justifica el fin propuesto; y reales en la opinión pública e, incluso, en el espectador de la película que, a diferencia de aquélla, ve lo absurdo de algunas de las situaciones que atraviesan los personajes y, sin embargo, no deja de estar alerta ante la posibilidad de que lo que se ve en esa pantalla grande sea lo que se muestra, cotidianamente, en la chica.
 
Ficha Técnica:
Mentiras que matan (Estados Unidos/1997). Título original: Wag the dog. Dirección: Barry Levinson. Producción: Barry Levinson, Jane Rosenthal, Robert De Niro. Reparto: Robert De Niro, Dustin Hoffman, Willie Nelson, Denis Leary, Kristen Dust, Anne Heche. Guión: Hilary Henkin y David Mamet, basado en el libro de Larry Beinhart, “American Hero”. Música: Mark Knopfler. Presentada por New LIne Cinema. Duración: 96 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.

Nota realizada en 2008.

domingo, 12 de julio de 2009

Entrevista con el escritor y periodista Juan Sasturain

“Las experiencias son insustituibles”

El conductor del programa de televisión Ver para Leer habla sobre la relación entre la literatura y sus modos de difusión, y señala que, ante el avance de otras formas de transmisión del conocimiento y la información, la única manera de reivindicar la lectura es a través del placer.

“Si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrar en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres”, escribía Roberto Arlt en el diario El Mundo hace más de medio siglo. En la actualidad, sin embargo, con el continuo avance de los medios de información, y el surgimiento de Internet, aquella verdad que podía encontrarse en los textos, y que servía como justificación para dedicarle un tiempo a la lectura, parece haber dejado de funcionar.

“En otro momento, se podía decir que si uno no leía, no tenía acceso al conocimiento o estaba desinformado pero hoy, en gran medida, no es así”, comenta el escritor y periodista Juan Sasturain entre el bullicio del bar La Puerto Rico. Por eso, para el conductor del programa televisivo Ver para leer, que se emite por Telefé todos los domingos a la medianoche, “la reivindicación de la literatura no tiene que ser nostálgica sino, básicamente, por el fundamento último, que es el placer”.

-¿Qué lugar ocupa la literatura en la actualidad?
-La literatura pertenece a un mundo que está en vías de extinción. Esto no quiere decir que se va a extinguir, pero ya no nos representa como modernidad. La escritura subsiste, y va a seguir subsistiendo, pero no es el último producto que ha generado la comunicación en años.

-¿Cómo se relaciona eso con los modos de transmisión del conocimiento?
-Las modalidades de transmisión de los saberes son insustituibles: ninguna lectura silenciosa de un texto puede reemplazar la experiencia de la relación dialéctica con el maestro, y viceversa. Pero las nuevas formas de comunicación masiva han creado otra dimensión del existir: en gran medida, ser es estar en los medios hoy en día, y eso se convierte en modelo de comunicación para todo. Yo no creo en eso que se dice de que la tele, a diferencia de leer un libro, inhibe la imaginación. Se podría argumentar al revés: que los medios audiovisuales abren la cabeza a lo posible. El tema es que siempre se analiza lo nuevo con instrumentos viejos. En la época de Cervantes, por ejemplo, la literatura le hacía mal a la gente como lo hace hoy la tele.

Docente en las universidades de Buenos Aires y Rosario durante los años ’70, Sasturain afirma que “por un equívoco infernal, el vehículo a través del cual la literatura llega a la mayoría de la población es el sistema educativo; y cualquier maravilla de la creación trasladada a él se convierte en una bolilla que hay que estudiar”. Aunque confiesa que “es inevitable” que así ocurra, advierte que “no puede ser la regla”. Lejos de la nostalgia que siente Ulises por su origen en la Odisea, Sasturain se refiere a un pasado que nada tiene que envidiarle al presente: “¿En otro momento había más programas que difundían la literatura?”, se pregunta. “No, ¿de qué pasado podemos hablar? Los programas literarios siempre fueron minoritarios”, señala. “La gran mayoría de la gente no lee nada, o lee muy poquito. No sé si está bien o mal; es un dato de la realidad”, sostiene con tono sarcástico, como si intentara evidenciar lo absurdo de pretender que haya más espacios televisivos sobre literatura en una sociedad cuya demanda no se orienta en esa dirección.

-¿Pero, entonces, la televisión no puede hacer nada para acercar la literatura a la gente?
-Bueno, por eso me parece que es positivo que haya un programa como Ver para leer en un canal comercial y popular como es Telefé. Está dirigido a un público masivo, y se le hace entrega de contenidos que no son los usuales. Ahora, que ésa sea la manera en que hay que difundir la literatura en televisión no tengo idea.

-En una entrevista dijo que el programa es superficial…
-Sí, no pasa de decir que Kafka es bárbaro. La diferencia que tiene con programas más analíticos es la hondura. Yo no creo que tenga que ser todo picadito: no me molesta que pongan a dos tipos charlando sobre literatura, depende de quiénes sean los que hablen. Pero Ver para leer se dirige a un público que no lee, y no es gente rara; es la inmensa mayoría. No sé si, después de mirar el programa, alguien agarra un libro. El mensaje es que vale la pena leer, y con eso alcanza.

Pero si es cierto que “ese arte de la literatura que son las palabras está en el libro, y eso no se puede trasladar a una imagen, porque se pierde”, quizá, sin embargo, todavía pueda decirse que cada uno de los capítulos del programa reflejan esa cotidianeidad en la que se encuentra lo que el escritor Henry James llamó “germen”, aquella excusa que da la realidad para la creación literaria. “Lo que está por debajo de las situaciones de ficción que atravieso es que en los libros está todo: lo que hemos pensado, soñado e imaginado”, se entusiasma Sasturain. Y acaso alcance con escucharlo para percibir, a través de sus palabras, aquello que para él funciona como fundamento para acercarse a la literatura, y que sugiere mediante una simple –aunque no ingenua- analogía: “En algún momento vamos a tener que explicar por qué vale la pena encamarse, aún cuando se pueda procrear sin hacerlo, ¿y a qué vamos a apelar si no es al placer?”.

Entrevista realizada en 2007.

lunes, 6 de julio de 2009

Entrevista con Diana Maffía

Afuera, en la Avenida de Mayo, hay una inmensa marcha frente al Congreso por la muerte del maestro Carlos Fuentealba, asesinado en Neuquén hace seis meses, durante un reclamo docente. Adentro, en el Instituto Hannah Arendt, el pasillo de recepción ostenta un silencio de monasterio, y no parece haber nadie. En el cuarto preparado para el encuentro hay un diván de tela naranja y un sillón de mimbre. Dos huevos de cerámica pintados terminan de transmitir una vibra zen. Diana Maffía, quien ocupará una de las dos bancas legislativas que obtuvo la Coalición Cívica (CC) en las elecciones porteñas de junio, entra vestida con una camisola azul de mangas anchísimas que le cuelgan, y un collar con plumas de colores.

- Las encuestas dicen que Cristina Kirchner gana en primera vuelta pero Elisa Carrió afirma que entra a ballottage. ¿Realmente puede llegar?
Yo creo que sí. La CC no contrata encuestas porque el financiamiento de la política que tenemos es muy estricto: no se aceptan donaciones de empresas y el gobierno no ha girado el dinero. Además, la relación entre los encuestadores con quienes los financian es muy complicada. Pasa con el Indec, por ejemplo. No es sencillo guiarse por lo que dicen. No obstante, ellas dan a Carrió segunda.

- Pero la ubican muy lejos del oficialismo.
También me fijo en la temperatura de la calle. Esto de que un taxista me pregunte a quién voy a votar y, en lugar de pasar Radio 10, me diga: ‘Hay que votar a Carrió’. Algo esta pasando con la gente.

- Usted se reconoce como feminista. En este sentido, ¿cree que una victoria de Cristina mejoraría la posición de las mujeres?
Tuvimos una mujer presidente y favoreció el asesinato y el crimen de Estado. Cristina va a exacerbar lo que ya está en curso y no estoy de acuerdo con el gobierno. Por eso me presento por una lista opositora y milito por una democracia social sin hegemonía ideológica y, sobre todo, sin corrupción, que deriva en la muerte de gente. La dictadura mató pero la democracia deja morir.

- En su camino político ha estrechado vínculos con otra mujer que es opositora suya: Gabriela Michetti.
Con Michetti estuvimos en un foro que articulamos desde el instituto. Yo la respeto mucho y creo que tiene una responsabilidad enorme ya que ella permitió que en la ciudad se votara a (Mauricio) Macri sin culpa. Cualquiera que hubiese ido con Gaby como vicejefa hubiera ganado. Espero que pueda sostener su posición con orgullo y que no se sienta en conflictos morales.

- Un partido tan heterogéneo como la CC, ¿puede seguir funcionando si Carrió pierde?
Ver cómo se arman las listas o cómo se disputan espacios es patético. Hay mucha gente que se acerca de manera oportunista porque quiere un cargo. Es muy probable que si Carrió pierde, esa gente se diluya. Pero esto tiene otro fondo, y es que la amplitud que se le ha dado a la CC podría ser frágil, y podríamos volver a concentrarnos en posturas políticas. Esto no lo sé. En realidad, va a haber que seguir trabajando mucho tiempo con el diálogo, gane o no Carrió, si queremos sostenerlo. Hay mucha resistencia, incluso de gente que está adentro de la CC.

-Siguiendo con su postura dialoguista, ¿cómo está la relación con Jorge Telerman, quien integró la fórmula de la CC en las elecciones porteñas?
Participar en la fórmula con Telerman no implicaba avalar el pasado de su gestión, sino hacer una propuesta a futuro. Él se había comprometido a actuar de acuerdo con los principios de la CC. Habían muchos compromisos que implicaban políticas sociales muy diferentes a las que se habían realizado y, de hecho, Telerman esta en París y yo estoy acá.

Nota realizada en 2007 junto a Nicolás Guthmann.