domingo, 12 de julio de 2009

Entrevista con el escritor y periodista Juan Sasturain

“Las experiencias son insustituibles”

El conductor del programa de televisión Ver para Leer habla sobre la relación entre la literatura y sus modos de difusión, y señala que, ante el avance de otras formas de transmisión del conocimiento y la información, la única manera de reivindicar la lectura es a través del placer.

“Si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrar en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres”, escribía Roberto Arlt en el diario El Mundo hace más de medio siglo. En la actualidad, sin embargo, con el continuo avance de los medios de información, y el surgimiento de Internet, aquella verdad que podía encontrarse en los textos, y que servía como justificación para dedicarle un tiempo a la lectura, parece haber dejado de funcionar.

“En otro momento, se podía decir que si uno no leía, no tenía acceso al conocimiento o estaba desinformado pero hoy, en gran medida, no es así”, comenta el escritor y periodista Juan Sasturain entre el bullicio del bar La Puerto Rico. Por eso, para el conductor del programa televisivo Ver para leer, que se emite por Telefé todos los domingos a la medianoche, “la reivindicación de la literatura no tiene que ser nostálgica sino, básicamente, por el fundamento último, que es el placer”.

-¿Qué lugar ocupa la literatura en la actualidad?
-La literatura pertenece a un mundo que está en vías de extinción. Esto no quiere decir que se va a extinguir, pero ya no nos representa como modernidad. La escritura subsiste, y va a seguir subsistiendo, pero no es el último producto que ha generado la comunicación en años.

-¿Cómo se relaciona eso con los modos de transmisión del conocimiento?
-Las modalidades de transmisión de los saberes son insustituibles: ninguna lectura silenciosa de un texto puede reemplazar la experiencia de la relación dialéctica con el maestro, y viceversa. Pero las nuevas formas de comunicación masiva han creado otra dimensión del existir: en gran medida, ser es estar en los medios hoy en día, y eso se convierte en modelo de comunicación para todo. Yo no creo en eso que se dice de que la tele, a diferencia de leer un libro, inhibe la imaginación. Se podría argumentar al revés: que los medios audiovisuales abren la cabeza a lo posible. El tema es que siempre se analiza lo nuevo con instrumentos viejos. En la época de Cervantes, por ejemplo, la literatura le hacía mal a la gente como lo hace hoy la tele.

Docente en las universidades de Buenos Aires y Rosario durante los años ’70, Sasturain afirma que “por un equívoco infernal, el vehículo a través del cual la literatura llega a la mayoría de la población es el sistema educativo; y cualquier maravilla de la creación trasladada a él se convierte en una bolilla que hay que estudiar”. Aunque confiesa que “es inevitable” que así ocurra, advierte que “no puede ser la regla”. Lejos de la nostalgia que siente Ulises por su origen en la Odisea, Sasturain se refiere a un pasado que nada tiene que envidiarle al presente: “¿En otro momento había más programas que difundían la literatura?”, se pregunta. “No, ¿de qué pasado podemos hablar? Los programas literarios siempre fueron minoritarios”, señala. “La gran mayoría de la gente no lee nada, o lee muy poquito. No sé si está bien o mal; es un dato de la realidad”, sostiene con tono sarcástico, como si intentara evidenciar lo absurdo de pretender que haya más espacios televisivos sobre literatura en una sociedad cuya demanda no se orienta en esa dirección.

-¿Pero, entonces, la televisión no puede hacer nada para acercar la literatura a la gente?
-Bueno, por eso me parece que es positivo que haya un programa como Ver para leer en un canal comercial y popular como es Telefé. Está dirigido a un público masivo, y se le hace entrega de contenidos que no son los usuales. Ahora, que ésa sea la manera en que hay que difundir la literatura en televisión no tengo idea.

-En una entrevista dijo que el programa es superficial…
-Sí, no pasa de decir que Kafka es bárbaro. La diferencia que tiene con programas más analíticos es la hondura. Yo no creo que tenga que ser todo picadito: no me molesta que pongan a dos tipos charlando sobre literatura, depende de quiénes sean los que hablen. Pero Ver para leer se dirige a un público que no lee, y no es gente rara; es la inmensa mayoría. No sé si, después de mirar el programa, alguien agarra un libro. El mensaje es que vale la pena leer, y con eso alcanza.

Pero si es cierto que “ese arte de la literatura que son las palabras está en el libro, y eso no se puede trasladar a una imagen, porque se pierde”, quizá, sin embargo, todavía pueda decirse que cada uno de los capítulos del programa reflejan esa cotidianeidad en la que se encuentra lo que el escritor Henry James llamó “germen”, aquella excusa que da la realidad para la creación literaria. “Lo que está por debajo de las situaciones de ficción que atravieso es que en los libros está todo: lo que hemos pensado, soñado e imaginado”, se entusiasma Sasturain. Y acaso alcance con escucharlo para percibir, a través de sus palabras, aquello que para él funciona como fundamento para acercarse a la literatura, y que sugiere mediante una simple –aunque no ingenua- analogía: “En algún momento vamos a tener que explicar por qué vale la pena encamarse, aún cuando se pueda procrear sin hacerlo, ¿y a qué vamos a apelar si no es al placer?”.

Entrevista realizada en 2007.

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